lunes, 6 de julio de 2009

Lady Erika

No es que tenga algo en contra de ellos. A veces aún me coge el recuerdo frío del tiempo cuando leía La Ceguera de Saramago y a ratos sentía que no veía, con trauma incluido a veces me faltaba el sonido, la respiración, los latidos. Solo que en los 60 días que anduve por allá, viví el más irreverente y tierno suceso como funcionaria de dependencia que haya podido presenciar, hasta el momento claro.

Esquivar un puñete de la dueña de un local que tuve que clausurar por "no contar con los permisos correspondientes para ejercer su actividad", no es nada comparado con el hecho de presidir este acto como máxima autoridad encargada allí, la entrega de 100 cartillas en el sistema braile del proyecto que se lleva a cabo para niños no videntes. El programa del acto de entrega estaba previsto dure una hora como mucho, sin embargo tomò mas tiempo, pues entre demostración artística que iba y venía, en el mientras tanto, recibí honrosamente como bien me enseñaron a hacerlo, porque “a ellos no se les dice que no”, sino mas bien “con humildad lo recibo y que Dios le bendiga”, la enternecedora interpretación artística de este respetable señor de igual condiciòn, cantándome “Lady Laura” con la pequeña diferencia de colocar mi nombre Erika en vez del de Laura, que no pude sino captar en sus últimos segundos y me permito colgar.

Cuando me dijeron le voy a dedicar una canción, yo equivocadamente dije frente a todos: Dediquémosla a los niños y niñas hoy aquí presentes, pero luego frente a todos me corrigieron y dijeron “los hombres jamás dejamos de ser niños”.

No hay resentimientos, aprendida la lección.

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